Hoy nacía un santo

Un 16 de marzo de 1840 asomaba la cabecita de José Gabriel del Rosario Brochero a la calma pueblerina de Carreta Quemada. Eran los tiempos del gobernador Quebracho, en Córdoba. La infancia del niño transcurrió entre las correrías por el río Primero y la serena mesa familiar. Nadie podía predecir que aquel pilluelo que ayudaba al párroco en sus misas se convertiría en el “cura gaucho”, que no dudó en cruzar las Sierras Grandes a lomo de mulo para arrear a las pobres almas hacia su salvación.
Ninguno como él supo hablar en el idioma del mate y la galleta. Nadie tuvo tanta comprensión de las miserias de los serranos, ni llegó a tan altas esferas en pos de la misión que lo inspiraba.
Allí sigue, bajo las nubes que coronan las sierras, entre cascotes y cortaderas, en la región donde braman los vientos, porque su alma quedó atrapada en esos senderos para siempre. Desde la altura observa a su pueblo querido, a su rebaño, y mueve la cabeza como diciendo: -Caray, si en cuantito salgan, se van a volver a la tropilla de sus pecados.
Mi humilde homenaje al santo cura Brochero, obrador de milagros, al que quise convertir en personaje de Luna Quebrada.