SIEMPRE FUISTE MI HÉROE

Desde los tiempos de la escuela, cuando te imaginaba aguerrido, envuelto en los pliegues de la bandera, montando tu caballo blanco, el de la lámina que custodiaba el pizarrón. En aquel entonces, te miraba y admiraba. Luego también al aprender tu himno, que siempre fue mi favorito por sus versos: “Yerga el Ande”, “El metal de tu voz”, “Entre cielos y nieves eternas”… Todo me sonaba grandioso. Pasaron los años, fui creciendo, y vino la historia a contarme cosas menos brillantes: que no eras tan alto como parecías, que estabas enfermo cuando cruzaste la cordillera, que montabas más la mula que el caballo en aquellas cumbres, que tu carácter se imponía a costa de cualquiera… Redoblando el tiempo, aquello que hubiese podido desmerecer tu imagen la hizo más gloriosa aún. Y fueron tus frases las que acuñé como joyas de un tesoro: “La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre” “Mi sable nunca saldrá de su vaina por cuestiones políticas” “Mi mejor amigo es el que reprueba mis desaciertos” “Cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajan nuestras mujeres y si no, andaremos en pelotas como nuestros paisanos, los indios” “Seamos libres, y lo demás no importa nada” ¡Qué grande fuiste, José Francisco de San Martín y Matorras! Hoy te recuerdo, con aquel cariño de la infancia intacto.